domingo, 13 de junio de 2010

[ SALUD MENTAL: A n o r e x i a/ B u l i m i a ] *Un largo Recorrido*


A continuación, me dispongo a condensar en una única entrada todo el proceso de elaboración de este trabajo grupal realizado con mis queridos compañeros Jessica, Beatriz, Miguel y Marco. En definitiva me gustaría plasmar en ella, todo este transcurso de quedadas, reuniones y tutorías que han sido los ingredientes principales de nuestra investigación sobre la Salud Mental y, más concretamente, los trastornos alimenticios: Anorexia y Bulimia.

Todo este camino tan extenso empezaba hace ya tres meses. No ha sido fácil obtener el resultado final porque ha supuesto un trabajo duro y laborioso pero si hay algo de lo que estoy segura es de que todo este esfuerzo ha merecido la pena y de que todo esto ha sido gracias a cada granito de arena que hemos aportado cada uno de los cinco componentes del grupo. De acuerdo con todo esto aquí os dejo el vídeo introductorio que utilizamos en la exposición.

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Al principio de este
recorrido existía en nosotros un cierto desconcierto ante un campo tan amplio de la Salud como son los trastornos mentales. Intentamos buscar un modo de delimitarlo y llegamos a la conclusión de que sería una buena idea optar por investigar sobre los trastornos de la alimentación. De este modo podríamos centrarnos en una de las problemáticas más actuales que conciernen al mundo de la Salud Mental y que, en realidad, había sido la que se nos había ocurrido desde un principio pero al ampliarnos la temática nos tuvimos que replantear la elección (para finalmente volver a la idea principal). Así que, en primer lugar, decidimos comentarle a Jose nuestra decisión y, tras su aprobación, inmediatamente nos pusimos manos a la obra y a trabajar en ello.
Algunas quedadas eran en nuestra "querida" Upo o, más bien, en nuestro adorado pasillo...Tras largas mañanas de clases y/o prácticas y seminarios aprovechábamos cualquier rato libre para reunirnos que no coincidiese con ninguna de nuestras optativas porque las teníamos horarios diferentes. Tuvimos la suerte de coincidir en los días fijados para seminarios de forma que los viernes por las mañanas podíamos quedar sin problema así que, este pasó a ser el día establecido como quedada de grupo. Puesto que la Upo no nos parecía el lugar más atractivo para encontrarnos, decidimos reunirnos en el piso de Jessi. Allí estaríamos más cómodos, tendríamos más tranquilidad y cambiaríamos un poco de "aire" y de sitio para hacer los trabajos grupales, que siempre se agradece, porque sinceramente la Upo llega a hacerse demasiado monótona. Durante estas reuniones grupales alternábamos el trabajo por parejas o de tres en tres para dividirnos un poco todos lo que había que hacer, que no era poco...Todo esto, por supuesto, siempre decidido entre los cinco y habiendo planeado antes muy bien como íbamos a estructurar cada una de las partes y como íbamos a elaborar cada punto. Además, en todo momento nos hemos complementado perfectamente: cuando necesitábamos ayuda los unos de los otros, cuando había alguno que estaba más cansado o desmotivado que los demás, etc. Y lo más importante es que no hemos tenido problema en trabajar entre nosotros y que, todos hemos trabajado bien con todos. Esto era algo de lo que estuve completamente segura desde el momento en el que se conformó el grupo. Sabía que entre nosotros iba a haber un buen ambiente de trabajo y he de decir que, afortunadamente, no me equivoqué =).

Como la vida misma, durante todo este largo camino tuvimos nuestros más y nuestros menos: momentos de estancamiento,
momentos llenos de positivismo y de motivación...Y, por supuesto, nos hemos encontrado alguna que otra piedrecilla que se han convertido en pequeñas dificultades a las cuáles hemos sabido encontrar una solución y que no han supuesto ninguna limitación para continuar con nuestro propósito.
Lo que más nos preocupaba era saber lo díficil que lo teníamos para acceder a cualquier institución que trabajase los trastornos alimenticios. La anorexia y bulimia han resultado ser enfermedades con muy pocos recursos (por no decir ninguno) públicos, sólo existen centros privados en los que, además, no existe la figura ni del educador ni del tr
abajador social. Empezábamos bien...con las puertas de esta realidad más bien cerradas. Pero de pronto nos encontramos con una de ellas entreabierta. Gracias al contacto de un allegado tuve la oportunidad de hacernos un huequecito en el Hospital Universitario Virgen Macarena. Esta conocida era una enfermera veterana de Urgencias que podía tratar de conseguirme una cita con la enfermera encargada del área de Salud Mental. Finalmente, y tras varios intentos fallidos, lo logró e hizo de contacto entre las dos para avisarle de que iba a acercarme al hospital. Dicha enfermera que me iba a recibir se mostraba entusiasmada por ayudarnos en la investigación y no mostraba ningún problema en hacerlo. Le comenté la buena noticia a mis compañeros y, bastante más animados, terminamos de preparar las preguntas que constituirían la entrevista que le iba a realizar. De esta forma, con un poco de miedo ante el desconocimiento de lo que allí me podía encontrar, me dispuse a trasladarme al Hospital.
M
e encontraba ilusionada por la oportunidad que nos iba a brindar esta profesional de conocer la realidad de este colectivo en un servicio público. Pero en este primer intento de reunión con ella surgieron, para mi sorpresa, algunos contratiempos que no esperaba...Puesto que no tenía el gusto de conocer personalmente a esta enfermera ni las instalaciones, tras preguntarle al personal de seguridad de la entrada, me dirigí al ala de Salud Mental de la planta baja de dicho hospital.
En el momento en que me di cuenta de que había dos alas me puse un poco nerviosa, ¿a qué puerta tendría que llamar? Puesto que no lo sabía pues decidí tocar en una de ellas para preguntar y, vaya por Dios, sin más miramientos una administrativa con la puerta muy poco entreabierta y al parecer un poco molesta me indicaba que allí no había enfermeras y que "preguntase en el otro lado". De la misma forma, me cerraba la puerta y mi cara de desconcierto os la podéis imaginar...Pero bueno, ya que estaba allí y que iba a lo que iba tenía que intentar encontra
r a esa persona. Volví al pasillo central y seguí andando unos metros hacía delante, observé a la derecha un banco con tres asientos a modo de "sala de espera" y a lo lejos una puerta que tenía colgado el siguiente cartel: área de Salud Mental. Menos mal, lo había encontrado fácilmente, ahora tendría que volver a llamar a la puerta, esta vez era un intérfono y lo que si que no me esperaba es que me abriese la puerta un personal de seguridad. Al mismo tiempo, un celador asomaba la cabeza para recibirme. Sin tener que preguntarme nada le expliqué los razones de mi visita y ahora lo que me asombraba de verdad era la cara de confusión que le había creado. No conocían a la enfermera o, mejor dicho, si que sabían quien era (puesto que era la encargada de la planta) pero la conocían por su diminutivo y tardaron unos minutos en darse cuenta de a quien buscaba realmente. Volví a respirar cuando, finalmente, el celador me invitó a pasar para que lo acompañase a buscarla. Estaba expectante por observar todo lo que allí sucedía porque nunca había entrado en la planta de psiquiatría de un hospital. La verdad es que fue bastante impactante todo porque, a pesar de que mis miradas estaban puestas en la observación de cualquier persona que pudiese presentar estos trastornos en la alimentación, la mayoría de las personas que allí estaban ingresadas presentaban otras enfermedades mentales y, especialmente, esquizofrenia. Tuve la oportunidad de recorrer todas las instalaciones destinadas a estos pacientes y he de decir que me parecieron estar en perfecto estado y perfectamente adecuadas a las necesidades de este tipo de enfermos. Por un lado, en el pasillo podíamos encontrar las habitaciones de los pacientes y por otro lado las distintas salas destinadas a: la enfermería; el almacén de ropa de cama, toallas y material sanitario; las salas comunes para los pacientes que tenían televisión, sillones, sofá e incluso zona de fumadores. A medida que ibamos avanzando me diícuenta de que llegamos al lugar donde había preguntado por primera vez y que seguíamos sin encontrar a Mari Carmen. El celador que me acompañaba preguntaba a todos los compañeros con los que nos topábamos y todos decían haberla visto pero un rato antes. Fuimos hasta la zona de los despachos donde (además del suyo) se encontraba también el la trabajadora social yel del psiquiatra, pero tampoco estaba allí. Llegados a esta situación, el celador me miró apurado y disculpándose me recomendó que volviese otro día cuando hubiese conseguido el número de teléfono de Mari Carmen. En ese momento no me lo podía creer, pero no me quedo otra que resignarme y agradecerle su ayuda. Ahora debía pensar un plan B y así lo hice, salí a la puerta a tomar el aire porque me había agobiado un poquitín y, mientras tanto, decidí llamar a la enfermera allegada que se había puesto en contacto previamente con Mari Carmen para preguntarle si tenía su número de teléfono y que me ayudase para saber que hacer. Cuando le conté lo ocurrido, la madre de mi amigo se encontraba muy apurada y algo indignada porque no le parecía justo que el celador no se hubiese dado una solución alternativa. Yo le dije que no se preocupase pero ella insistió en que entrase de nuevo a le pasase el móvil al celador. Hablaron y, tras colgar, el celador me ofrecía uno de los asientos de la puerta para que me esperase a su nuevo avisa cuando la volviesen a ver en la planta. Volví a agradecerle su atención y eso hice, me senté a la espera...En ese lugar pasaba media hora, una hora, una hora y cuarto, dos horas...y, así hasta que dieron las dos del mediodía y, además, las escenas familiares que allí me tocó vivir resultaban delicadas por lo que no me sentía especialmente cómoda. Sólo se me ocurría mirar el reloj y puesto que esta trabajadora terminaba su jornada las dos y media y si no me habían avisado me extrañaba mucho que fuesen a hacerlo en esa hora. Así que, pensé que lo mejor sería volver otro día teniendo alguna forma de contactar con ella y avisarla de mi llegada al hospital. A través de la ayuda, de nuevo, de la madre de mi amigo pude conseguir su número de contacto e iniciar el contacto personal directamente con ella. Puesto que el primer intento había sido por la mañana de un viernes aproveché la salida de un seminario del siguiente lunes para llamarla por si era posible y, de este modo, no perder el día de reunión grupal de esa semana. Antes de coger el metro la llamé y no me puso ningún impedimento, es más, incluso me transmitió sus disculpas por lo que había ocurrido el viernes anterior en las cuales incidió desde el primer momento en el que llegué a la unidad de Salud Mental esa misma mañana. Desde que me abrió la puerta pude notar en ella su simplicidad y nobleza y que lo hacía con entusiasmo y dispuesta a ayudarme en lo que fuese necesario. Precisamente por eso fui capaz de perder toda aquella vergüenza que me daba realizarle una entrevista y aquello se convirtió de repente, tras hacerme pasar a una habitación de las zonas comunes que se encontraba vacía, en un diálogo fluido en el que me transmitía sus experiencias y resolvía mis dudas utilizando un lenguaje que yo conocía a la perfección. Me hablaba de tú a tú, estaba siendo muy cercana conmigo e incluso me ofrecía mandarme por correo distinta documentación que ella había elaborado sobre la temática en una ocasión en la que había sido ponente de un curso de la misma. En vez de tener lugar una entrevista formal conseguí toda la información a través de preguntas que me surgían, teniendo presente en todo momento el guión incial que habíamos elaborado. Pude preguntarle todo eso y muchas cosas más que se me iban ocurriendo sobre la marcha. Es más, se empeñó en que si después de salir de allí o cualquier otro día nos surgían dudas que no dudase en llamarla al móvil porque estaría encantada de ayudarme.
Todos aquellos aspectos que más me llamaron la atención de esta entrevista fueron los que decidí conjuntamente con mi grupo transmitir a mis compañeros durante la exposición. Tenía que recortar bastante la conversación porque no había tiempo para mucho y, realmente, era una pena porque casi seguro esta era una de las partes que podía causar mayor interés a los alumnos. Pero en esta vida hay que priorizar y así tuvo que ser, en ese sentido si que me gustaría decir que me habría encantado contar toda la experiencia con detalles y que mis compañeros hubiesen podido preguntar. Y esta sensación la tengo ahora aún más porque, después de haber expuesto me sentí muy cómoda y segura de lo que hacía a pesar de los nervios que se suelen pasar en este tipo de situaciones. También me gustaría decir que esto es algo que noté en mis cuatro compañeros integrantes del grupo durante el tiempo que dedicaron a exponer. Se nota como hemos ido avanzando y madurando en nuestro trabajo y en la soltura de este tipo de exposiciones, fuimos capaces de economizar el tiempo lo máximo posible e intentamos ser comprensivos con los compañeros protagonistas de la siguiente exposición teniendo en cuenta que el cambio de aula nos había supuesto una pérdida de tiempo considerable.Este día del que os estoy hablando era la fecha indicada para poner punto y final a este camino que hacía ya tanto tiempo que habíamos empezado a recorrer. Tan ansiado y esperado 1 de Junio para Miguel, Jessica, Bea, Marco y yo...Tras las últimas e intensas quedadas dedicadas a la preparación de la exposición así como a los retoques finales y a la elaboración del tríptico y el diseño del montaje de vídeo, estabamos impacientes por qué llegase ese momento, el martes a las 11 de la mañana. Todo estaba preparado, nada podía fallar: trabajo impreso y encuadernado, trípticos fotocopiados, presentación de diapositivas y vídeos (tanto de presentación como de tratamiento de estos trastornos) hechos, el simulacro de la exposición había salido bien... ¿Por qué iba a ser menos a la hora de la verdad? Y, afortunadamente, así fue.

Por eso, desde aquí, quiero dar las gracias tanto a mis compañeros de trabajo porque sin el empeño y el esfuerzo realizado por cada uno de ellos no habría sido posible obtener estos resultados y al resto de compañeros de clase que se encontraban presentes por su atención y el respeto que demostraron hacia nuestra exposición sin llegar a interrumpirnos ni a entorpecer el desarrollo de la sesión. También agradecerle a Jose el seguimiento que ha realizado del grupo y el apoyo que nos ha mostrado en la búsqueda de soluciones durante situaciones de desconcierto y/o estancamiento.

Pero, sobre todo, permitidme una vez más que mencione a los cuatro protagonistas que me han acompañado en la búsqueda de esta satisfacción final que ahora siento tras el duro trabajo realizado. Me quedo con muchas cosas de cada uno de ellos pero, lo que me llevo de verdad es el buen clima que se ha creado entre nosotros que aunque realmente ya existía, ha sido el mismo que nos ha servido para unirnos mucho más.

[ * ¡¡¡ G R A C I A S !!! * ]


1 comentario:

  1. Bueno ha sido una descripción muy explícita de tu periplo para conseguir una entrevista, y un buen resumen de lo que te ha suspuesto la realización de este, por otro lado, estupendo trabajo.

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